Diabetes Tipo 3:
Resistencia a Insulina y Enfermedad
de Alzheimer. Una forma de envejecer.

Dr. Juan Carlos Pérez Alva

Cardiología Intervencionista

CED. PROF. 5777197, 2191051

La Menopausia

En los últimos años, las investigaciones médicas relacionadas con el envejecimiento humano, se han dirigido a entender este proceso, desde la perspectiva de las enfermedades crónico degenerativas.

La diabetes tipo 2 – DT2, la hipertensión arterial, la obesidad, el infarto cardíaco, los eventos vasculares cerebrales, las dislipidemias (colesterol y triglicéridos elevados), entre otros, son ejemplos de enfermedades crónico degenerativas, entender el motivo de cómo se presentan, cómo se desarrollan, cómo se controlan o empeoran, es entender así mismo, el proceso de envejecer.

La enfermedad de Alzheimer (EA) es la forma de demencia más común; se caracteriza por un deterioro cognitivo progresivo, histopatológicamente por neurodegeneración y acumulación anormal de la proteína amiloide-ß (Aß) que forma placas neuríticas y marañas neurofibrilares compuestas por agregados de proteína tau fosforilada. La prevalencia de este padecimiento va en aumento conforme la expectativa de vida se incrementa ya que su principal factor de riesgo es el envejecimiento. Aunque las causas se desconocen, es posible, que múltiples eventos converjan en defectos metabólicos neuronales que propicien la aparición de esta condición neurodegenerativa.

De hecho, evidencia experimental y epidemiológica han llevado a considerar a la EA como un padecimiento neuroendocrino, algunos autores le asignan el nombre de diabetes tipo 3. La diabetes y la EA comparten aspectos comunes como presencia de estrés oxidante, generación de productos de glicosilación avanzados (AGEs) y marcadores de inflamación. Más aún, la resistencia a la insulina parece estar involucrada en el desarrollo de las dos principales características histopatológicas de la EA, como son la acumulación del Aß y la fosforilación de tau.

La EA esporádica, da cuenta de más del 95% de los casos presentando como mayor factor de riesgo el envejecimiento y ciertas alteraciones del metabolismo energético, ingesta alta en grasas saturada, factores vasculares, vida sedentaria, entre otros.

En un estudio recién publicado, se demostró que los pacientes con EA esporádica son más vulnerables a presentar DT2 y viceversa. La DT2 incrementa el riesgo de padecer EA, hasta 1.4 a 4.3 veces. Estos datos sugieren una fuerte interacción entre estos dos padecimientos crónico-degenerativos.

En esta misma línea, algunos estudios han mostrado asociaciones longitudinales entre hiperinsulinemia y la EA. En la EA, se describe una disminución cerebral de insulina, del factor de crecimiento semejante a insulina (IGF-1), y de las actividades del receptor de insulina (RI) proporcionalmente a la severidad de la demencia.

En conjunto, estas evidencias han llevado a considerar a la EA como un padecimiento neuroendocrino y más aún algunos autores le asignan el nombre de diabetes tipo 3 ya que se ha detectado tanto una disminución del 80% en el número de receptores a insulina como resistencia a insulina en muestras de cerebros pos mortem de pacientes con EA, comparado con sujetos normales.

Se ha descrito que en etapas más crónicas la resistencia a la insulina-diabetes, genera daño sináptico lo cual puede contribuir al desarrollo de la EA. Existe evidencia de que la resistencia a la insulina cerebral precede al deterioro cognitivo en etapas tempranas de EA, se sugiere que los cambios en el metabolismo observados durante la EA, como la disminución de la utilización de la glucosa cerebral alrededor del 55 al 65%, son causados por esta resistencia a la insulina.

Los pacientes con EA presentan características comparables con las encontradas en pacientes con resistencia a insulina y diabetes, como son: elevada concentración de insulina en plasma en condiciones de ayuno y baja concentración de insulina en el líquido cefalorraquídeo, lo que indica alteraciones de la homeostasis de esta hormona.

Se ha propuesto que en la EA existe un incremento del estrés oxidativo, que a su vez favorece la producción de productos avanzados de glicosilación (AGE), cuya producción se favorece en la DT2, lo cual puede ser otro vínculo entre ambas patologías.

Uno de los tópicos relevantes de la investigación biomédica, es sin duda, el relativo a los mecanismos moleculares del envejecimiento.

A medida que la esperanza de vida aumenta, los problemas de disminución o pérdida de habilidades cognitivas también, la EA y, en general, las enfermedades crónico-degenerativas asociadas con la edad.

El enfoque derivado de estudios experimentales y epidemiológicos sobre la estrecha relación que existe entre manifestaciones de la EA y fisiopatología de la diabetes y la resistencia a la insulina, está abriendo una nueva ruta para la investigación básica y clínica de tal manera que se puede proponer nuevas estrategias de estudio y tratamiento para prevenir neurodegeneración y daño cognitivo que aqueja de manera creciente a la población a medida que envejece.

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Dr. Juan Carlos Pérez Alva

Cardíologo

/ Hospital Puebla