El cerebro y la adicción

Julio Virgilio De Dios Tello

3166440-NEUROCIRUGÍA(2000)
725562-MEDICINA GENERAL(1982)

EL CEREBRO HUMANO ES EL ÓRGANO MÁS COMPLEJO DE CUERPO, SE NECESITA PARA TODO, DE LO MÁS SIMPLE A LOS MÁS COMPLICADO; PENSAR, SONREÍR, AMAR, IMAGINAR, APRENDER, DISFRUTAR UNA COMIDA, CONDUCIR, CREAR, MOLDEAR NUESTRO COMPORTAMIENTO Y TODO LO QUE SENTIMOS, EN REALIDAD “SOMOS NUESTRO CEREBRO.”

Algunos autores comparan al cerebro con una computadora, conectado con miles de computadoras e interactuando entre sí, formando circuitos y redes.

La célula es la unidad funcional de cada órgano, en el cerebro es la NEURONA y se calcula que un cerebro de adulto puede tener hasta 100.000 millones, conectadas entre sí, formando complejos “circuitos” que llevan a cabo funciones específicas, intercambiando señales entre ellas y con otras partes del sistema nervioso como la médula espinal y nervios que se encuentran en el cuerpo, es por ello que regula o participa en TODAS las funciones de nuestro organismo.

Existe un circuito muy peculiar en el ser humano y probablemente en otras especies, considerado como el circuito cerebral del placer, el cual está formado por pequeños grupos de neuronas que tienen un alto contenido de dopamina, que se proyectan hacia diferentes regiones del cerebro y desempeñan un papel fundamental en la motivación, el deseo, la valoración afectiva y EL PLACER , además permite asociar actividades como la supervivencia.

Otros autores lo nombran circuito mesocorticolímbico y en diferentes estudios han demostrado su actividad al producir placer como ir de compras, el sexo, e incluso el comer chocolate.

El doctor Kent Berdige (Universidad de Michigan) basado en una serie de estudios, considera que ya deberíamos estar hablando de una NEUROCIENCIA DEL PLACER pues a descubierto que participan una gran cantidad de neurotransmisores además de la Dopamina; circuito que permite asociar actividades placenteras a nuestra supervivencia, por lo antes mencionado, la Universidad de Hopkins lo llama mecanismo de “RECOMPENSA”.

Todo comienza cuando en el entorno algo nos incita a realizar alguna actividad concreta que en el pasado nos  proporcionó placer y/o satisfacción, en este momento aparece la dopamina, cuando pasamos a la acción se involucran otras sustancias o neurotransmisores como la ADRENALINA Y NORADRENALINA, con la cual el organismo se pone en marcha, actúa y experimenta  RECOMPENSA acción que genera  placer,  una vez completada la acción se cierra el circuito de recompensa con una sensación de satisfacción, cuando se llega a este punto aparece otra sustancia; la SEROTONINA , que se relaciona con el estado de ánimo y con el deseo de repetir dicha sensación.

Ignacio Morgado Psicólogo de la Universidad del Valle Colombia, escribió un artículo publicado en octubre del 2021 donde describe que la dopamina no sería el neurotransmisor del placer. Y que es este sistema mesolímbico la ruta del deseo y de la estimulación de ciertas áreas, lo que incrementa esta búsqueda, es decir, la motivación para conseguir placer y que considera que son las encefalinas y endorfinas (opiáceos endógenos) las responsables del placer.

Cuando los niveles de dopamina tienen una tendencia a la baja, debido a una enfermedad neurológica, enfermedades físicas, situaciones adversas, trastornos de alimentación, problemas de sueño, la motivación para buscar placer se diluye y el desinterés entra en escena aniquilando la acción o deseo en la búsqueda de placer.

Es evidente que cuidar nuestro cerebro es una tarea importante para mantener en buen estado la ruta dopaminérgica del deseo y la ruta opiácea del placer, con el fin de mantener nuestras motivaciones, conservando la más importante de todas: las ganas de vivir y nuestro compromiso con la vida misma.

Cuidar nuestra salud, es cuidar nuestro cerebro.

 

Cerebro y adicción
En las últimas décadas se han realizado grandes avances en el conocimiento de las bases neurobiológicas de las adicciones. Eso a permitido cambiar completamente la conceptualización que se tenía de este trastorno y que a evolucionado desde ser considerada como un vicio a contemplarse, como un trastorno psico-orgánico crónico que requiere atención médica y psicológica adecuada.

 

Teorías de la adicción

En términos generales se han elaborado tres teorías de la adicción:

  1. El consumo como fuente de obtención de placer. Teoría que actualmente se considera obsoleta.  Es cierto que en un principio el consumo de una sustancia viene determinada por su capacidad de producir placer, pero este efecto placentero se acaba pronto y en su lugar aparecen una serie de otros factores y problemas que van consolidando la adicción, el placer disminuye rápidamente y con el tiempo aparece un efecto llamado tolerancia, que es la disminución del efecto de la sustancia y la necesidad de aumentar la dosis para conseguir el mismo efecto.
  2. Consumo para contrarrestar los efectos negativos de la abstinencia. De acuerdo con esta concepción, el sujeto consume para evitar los desagradables síntomas de la abstinencia, ya sean síntomas físicos, temblor, taquicardia, psicológicos, como estados de ánimo disfóricos o depresión. Sin embargo, actualmente es bien conocido que el síndrome de abstinencia desaparece una o dos semanas después de haber dejado de consumir la sustancia. Además, el paciente puede estar con un tratamiento farmacológico y el síndrome de abstinencia queda compensado. Y entonces la pregunta es ¿qué mantiene el deseo de consumo que desencadena la recaída?
  3. La adicción como sensibilización a la sustancia adictiva. Los pacientes adictos explican frecuentemente su uso continuo de la sustancia como un intento de experimentar de nuevo los efectos del primer o primeros consumos, muchas veces sin conseguirlo debido al fenómeno de la tolerancia. Lo cierto es que a medida que pasa el tiempo el individuo que abusa de la droga experimenta un deseo creciente, no controlable de consumir la sustancia. Este deseo (denominado con el término “craving”) se experimenta más cuando el individuo no está consumiendo y, sobre todo, cuando empieza a hacer esfuerzos para no consumir.

 

En este momento en que el deseo de consumo empieza a ser intenso y estar muy presente en el pensamiento del individuo, es cuando empiezan a aparecer las primer sombras del trastorno adictivo.

Podría decirse, que el adicto se ha sensibilizado a la droga y a los estímulos que la recuerdan. La emoción que domina al individuo es la necesidad y la urgencia por consumir (craving). Robinson y Berrdge explican su teoría y describen los circuitos cerebrales implicados.

Los estudios experimentales realizados en roedores han puesto de manifiesto que, en la administración aguda, los efectos reforzantes y motivacionales de las drogas de abuso se deben, esencialmente, a un incremento de la actividad del sistema dopaminérgico de la recompensa, especialmente en una estructura denominada núcleo acumbencc (NAc).

La cocaína o las anfetaminas producen sus efectos actuando directamente sobre las neuronas dopaminérgicas en el (NAc). Otras drogas como los opiáceos (morfina o derivados) producen su efecto de manera indirecta a través de receptores distribuidos en el sistema mesolímbico y al parecer el cannabis, el alcohol y la nicotina producen sus efectos por mecanismos no dopaminérgicos.

Las sustancias adictivas se comportan de manera similar a las recompensas naturales ejemplo: la bebida, el sexo o las relaciones sociales, todas producen placer desde la perspectiva conductual y desde la vertiente neurobiológica actúan, esencialmente sobre los mismos mecanismos neuronales dopaminérgicos. Sin embargo, existe una diferencia fundamental entre las recompensas naturales y las drogas de abuso. Las recompensas naturales producen, una vez consumidas un efecto de saciedad que tiene un contexto neurobiológico en el sistema dopaminérgico. Es decir, una vez satisfecho el deseo o necesidad de consumo de las recompensas naturales, disminuye la liberación de dopamina, por lo tanto, disminuye el deseo.

Pero a diferencia de estas recompensas naturales, las sustancias adictivas lejos de producir disminución de la dopamina liberada, por lo contrario, la aumentan; este efecto se denomina sensibilización dopaminérgica. Es esta capacidad de las drogas de “usurpar” los mecanismos de recompensa “sin saciarlos” produciendo en su lugar mayor deseo, lo que hace que las drogas sean adictivas.

Vulnerabilidad
La vulnerabilidad para el desarrollo de una adicción está influenciada por diferentes factores, ambientales y genéticos entre otros. En los humanos adictos a distintas drogas se han descubierto a nivel cerebral una disminución importante de un tipo de recetor dopaminérgico, conocido como “receptor D2” y al parecer existe una predisposición genética en estos individuos, es decir, después de una primera experiencia esporádica con la droga estarían muy predispuestos a repetir el consumo, ya que la experiencia de placer y bienestar proporcionada por la droga sería muy superior a la que experimenta un individuo normal.

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Julio Virgilio De Dios Tello

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